Juan Carlos Rodríguez Ibarra

“Uno no siempre hace lo que quiere
pero tiene el derecho de no hacer
lo que no quiere”…

Tal y como están las cosas se que no son buenos momentos para andar de citas o parafraseando a nadie, ni clásicos ni contemporáneos; definitivamente son malos tiempos para la lírica. Después de saber la noticia no he podido dejar de citar a Mario Benedetti, por que, de alguna forma, en mi memoria individual estas estrofas siempre han estado íntimamente ligadas a la imagen de Juan Carlos Rodríguez Ibarra. Por toda la integridad que inspiran, por la coherencia, por la fidelidad a personas, sueños y realidades que durante estos años han sido el carácter de gestión, la transparencia humana del que dice que a partir de la primavera de 2007 deja de ser, de forma voluntaria, Presidente de Extremadura.

Más de veinte años presidiendo mi Comunidad, a pesar de algunos jueces y duquesas finalizó la imagen de la región pobre de frontera por donde el Tajo pasa sin bañar ciudades, a pesar de editoriales y oposición dejó de ser comarca sombría por que el progreso se asienta en todas las localidades.

Traspasaron las verdades los límites físicos e ideológicos de identidad de territorio, alejados de vanidades regionalistas y nacionalistas. Soledades en la fidelidad cuando el mutismo era, para algunos, más que una postura, defendiendo inocencia de compañeros de partido.

Aunque no siempre ha sido fácil entender, seguir y defender declaraciones, a veces políticamente poco correctas, con el fin de igualar a Extremadura ante otras comunidades que presumen de ser “históricamente” más generadoras de riqueza.

Años de aprendizaje, de aprender a no mirar al suelo cuando te dicen extremeño, la tierra que palpita en proyectos, en palpable cotidianidad. Sanidad, cultura, educación para todos. Innovación tecnológica y comunicaciones que ya son, trabajo definido en cada vez más contrataciones indefinidas.
Comunidad autónoma de grandes extensiones, que cada vez identifica más a las gentes.

Hoy ni siquiera las luces de la gran ciudad logran que deje de sentirme extremeño y progresista. (a veces resulta difícil de imaginar que este binomio pueda ser divisible) o tal vez, por estar en Madrid, es más fácil valorar Extremadura.

Ahora que te vas, sin dramatismos, consciente de la repercusión de este paso, sin que tiemblen cimientos de partido, aunque algunos se froten las manos pensando en posibles victorias electorales. Ahora, tengo la certeza que continuarás. Seguirás en la Extremadura que nos espera, con los extremeños de estos más de veinte años, por que conjugaste futuro.