23 febrero 2010

TANTA Y TANTA LLUVIA

Tanta y tanta lluvia hace aflorar mi lado más vegetal. Viajo hasta las raíces en vehívulo de nostalgia más que en depredador realismo. De Colmenar, sin atravesar la calle Pintores, desaguan mis deseos en la Plaza de Cáceres y casi sin levantar el boli, del cuaderno sale esto:

Hay una silueta inconfundible en las noches de mi historia.


Una noche lluviosa, oscura, emboza
la Torre de Bujaco en gris,
vigilando el paso.

Al fondo la muralla, defensa terrena del Palacio del Obispo,
y el Adarve: Acero en el aguacero.
Llueve en mi capucha. Tic, tac,toc.

Santa María cercada de borrascas,
el bronce de San Pedro de Alcántara
llora lágrimas de campana.

Los Golfines de Abajo se dibujan en gotas,
en lluvia fértil sobre fachada de barro.
DE FER A FER. Los escudos bruñen.

La Plaza de San Jorge pedestal encharcado,
la bruma desfigura la muerte del Dragón,
en la lanza rota del guerrero feroz.
La marea de lluvia difumina el horizonte
de las torres jesuíticas.

Llueve y la tierra bebe,
llueve y el granito llora.
Lágrima a lágrima redime sus batallas, sus torres sitiadas y
sus muertes, miserablemente, heroicas.

Llueve y en el Palacio de Mayoralgo
mi espalda se embebe de humedad de fachada.
Llueve y mi pasado en torrentera
rebosa en la ciudad asediada,
en la ciudad desfigurada,
en la ciudad varada en la playas del tiempo.