20 diciembre 2006

Hablar por hablar

Hace unos días, la Concejala de Asuntos Sociales del Ayuntamiento de Cáceres estuvo en la entrega de una donación económica a la Asociación de Padres y Familiares de Enfermos Mentales de Cáceres (Apafenes), para un proyecto de reinserción laboral para personas con enfermedad mental.En esas estaban los representantes de la Asociación y de la entidad financiera con los 7.900 euros por medio y haciéndose la merecida foto, cuando la concejala, no lo olvidemos nunca, de Asuntos Sociales en un alarde televisivo de "¿puedo saludar?", que para eso se acercan las elecciones, se desmarca con una llamada a las empresas cacereñas para que contraten a estas personas «que normalmente son muy inteligentes» (literal del hoydital).

¡Qué bárbaro y no se paró el mundo! La concejala no debe saber que el C.I. y la enfermedad mental no tiene ninguna relación, o en todo caso como en todo grupo de personas las hay más inteligentes o menos, al igual que más simpáticas o antipáticas.

Desde los profesionales que trabajamos con las personas que padecen patología mental, uno de nuestros primeros objetivos es acabar con el estigma social, estigma que precisamente presenta a las personas con enfermedad mental como pobres de inteligencia y agresivos; o, en el menos de los casos, se polariza hacia el lado contrario y son “extravagantes” genios (una mente maravillosa).

A lo mejor, la máxima responsable de los Asuntos Sociales del Ayuntamiento de Cáceres debería aplicarse el cuento y dejar de estigmatizar. A lo mejor debería formarse e informarse en cuanto a los colectivos que representa, a no ser que su política social sea la añeja, de la huchita para los negritos de Africa y los maratones televisivos navideños, sin importarle nada qué significa enfermedad mental, rehabilitación laboral y psicosocial.
Debería tomar nota de la Consejería de Sanidad y Consumo de la Junta de Extremadura en cuanto a Salud Mental y saber que la rehabilitación es una realidad, que ante todo las personas con enfermedad mental no sólo son "normalmente muy inteligentes", si no que además son capaces de realizar, en muchos casos una vida normalizada dentro de la comunidad.

Como la concejala tendría que saber, el trabajo no es sólo una cuestión de inteligencia, existen inclusos concejales que la tienen.
En el caso de las personas con enfermedad mental no es sólo conseguirlo y mantenerlo, es una labor de entrenar en habilidades sociales y laborales, trabajar la motivación y el compromiso, preparar a la persona en las tareas específicas de su desempeño laboral, realizar una intervención que consiga la adhesión al tratamiento, un ajuste de objetivos y expectativas de vida.

El trabajo para todos (con diagnóstico o sin él), nos hace sentirnos útiles y competentes dentro de la comunidad, estructura todas las áreas de nuestra vida cotidiana, (filosofía pura de la teoría de la ocupación).

Hay dos partes fundamentales en esto, por un lado el tratamiento médico y psicosocial que realizan, realizamos los profesionales en los dispositivos que se crean y por otro la adquisición de una conciencia social que no estigmatice.

Por eso, si la concejala de Asuntos Sociales no ayuda que, al menos tampoco hunda. La próxima vez, que se dedique a felicitar las navidades a los allí presente o que se dedique a hablar de las virtudes de los centros comerciales como hace su alcalde con los niños.

11 diciembre 2006

Refranero: "Muerto el perro NO se acaba la rabia"

El mes de septiembre de 1973 tendría que haber sido una fecha inexistente para Chile, unos días sin Historia para América Latina, un tiempo sin golpistas con manos ásperas de muerte, un cielo sin aviación de guerra, La Moneda sin bombardeos, almanaques invisibles sin señal de la muerte de Allende, hechos no pasados del terror de un pueblo, horas no marcadas de libertad, dignidad y democracia acribillada.

Pinochet muere sin cárcel, sin condena. Hasta eso me jode, que se muera el día de los Derechos Humanos hubiera sido mejor un día anónimo, sin fecha señalada, ni tan siquiera santoral, para que nadie lo recuerde, para que nadie lo llore, que sólo quede lápida que le maldiga, palabras sin perdón.

Pinochet ha muerto pero quedan los que mojaron en la salsa de la sangre por él removida, que esos no se libren de condena, si los días ocurrieron que ocurran, también, los años de sentencias.

Hasta nunca dictador, que la Historia te condene, que la Historia no te repita. Tus deudores, seguro que ni te olvidan, ni te perdonan.