05 septiembre 2008

Dinámica de Cuaderno

Llegan a Colmenar las voces y los cantos, los abrazos de desconsuelo y las palabras tiernas, como tímida espuma de olas en una playa desolada y lejana. Suena ese mar imaginario, pero no por eso menos océano de malditas distancias, no como un batir de aguas y sal, si no como un pálpito de acompañados corazones.

Acantilados en la negra noche, rompiente de los años vividos, estruendos de garganta, viajes a Loreto. El que nos ilumina ya partió. La Iglesia de Santo Domingo arropando a los náufragos, multitudes sumando soledades.

Te reconozco Pacífico en el eco de los amados reunidos en tu nombre. El más vistoso Día Familiar. Todo estaba preparado. Todo, menos tus hijos para tu muerte.

Pacífico hombre en Dios, figura viva, dedo de certeza, incansable obra, palabras recias y sonrisa de niño. Miro la última imagen del vídeo que el cariño sincero montó para ti, veo la estática foto en tus últimos días y se que de ti es el reino de los cielos, por que tu sonrisa es todo niño, por que tu mirada, tu plácida cara se volvió uno de ellos.

Eres artesano de hombres, recta escritura en las páginas de nuestras vidas, sombra de encina en el fértil huerto. Vergel de enseñanzas.

No tengo vida suficiente para gastar todo lo que tú me distes.

Desde esta ventana que hoy se abre hacia adentro, quiero abrazar a los que ni en Loreto, ni en Cáceres pude acompañar. Aunque de mí en esos días sólo fueron ausencias, tenía que escribirte que en la soledad áspera de esta tierra que no es la mía, tú y todos ellos fuisteis presencia.


Zorro