14 agosto 2006

Plaza de Toros de Badajoz

14 de Agosto de 1936, hoy hace setenta años, Badajoz se convierte en aquella madrugada del 13 al 14 en lugar de muertes e injusticias. Desde la Plaza de la Catedral los disparos de saña perseguían a los pacenseses calle abajo. La calle de la sangre se llamó la cuesta por la que en torrentera bajaba la muerte, tiñendo de rojo las aceras y los quicios de las puertas.

Plaza de Toros sin cuartel ni prisioneros, Yagüe no quería retrasos. El hombro derecho morado era la condena, el hombro donde el miliciano, la madre, el joven había apoyado la culata del fusil, el morado delator del retroceso del disparo. Defensores de la ciudad. Paseo de espanto hasta la plaza de toros, olor a pólvora y sangre. Caín y Abel el mismo bando, Caín y Abel delimitando ideologías. Insaciable muerte a orillas del Guadiana. Extremeños escarmentados por el espanto. Portugal apoyada impasible sobre la raya de la frontera.

Muertos hoy, todavía, en las cunetas de caminos polvorientos, paseíllos al amanecer, ráfagas de metralletas. Inocentes rotos en el suelo.

Charca del Oso en Cáceres, traseras del cuartel, mismo amanecer. El alba brillando sobre las hileras de presos. Es la hora. Disparo de gracia, la piedad de los impíos. Una madre con sus dos hijos, testigos de lo atroz. “Vengo todas las mañanas, por que el día que traigan a su padre, no quiero que mis hijos olviden nunca quien lo mató”.

Extremeños muertos en las ciudades, en las batallas, en el campo, en todos los bandos. Guerra injusta, mil veces olvidada.

Hoy ya no existe la Plaza de Badajoz, el presente no pudo soportar el recuerdo, aquel ruedo enorme, abierto como boca en grito de los que no conocieron justicia.

Durante años fueron los que tenían que morir para no ser verdugos: «Naturalmente que los hemos matado. ¿Qué suponía usted? ¿Iba a llevar 4.000 prisioneros rojos con mi columna, teniendo que avanzar contra reloj? ¿0 iba a dejarlos en mi retaguardia para que Badajoz fuera rojo otra vez?» decía Yagüe.
Hoy son víctimas apenas innombradas, todavía escuece cuando se las llama, todavía son criticadas cuando se las resucita por la memoria histórica.

Hoy, alguien dice que fueron el invento de la propaganda de Guerra republicana, decir eso es volverlas a ametrallar, es volver a los disparos en las cunetas, es resurgir la cal que quemó los huesos, pero no la memoria de una ciudad, de una región.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Hoy ya no existe la Plaza de Badajoz, el presente no pudo soportar el recuerdo, aquel ruedo enorme, abierto como boca en grito de los que no conocieron justicia.

Eso es rollo, un retórico rollo, pero patatero rollo en definitiva.

Verás, te lo voy a explicar en román paladino: No existe plaza de toros de Badajoz -la que tú refieres- porque Ibarra la ha tirado para hacer un Palacio de Congresos que le queda al entorno como le quedarían a un Cristo dos pistolas. No hay una sola referencia a los sucesos que narras. Y le han puesto un nombre que no ha hecho más que levantar enfrentamientos. Ya, por culpa de la derecha, of course, de Aznar, de Bush, de los judíos y de Acebes que fueron, a buen seguro, los que defenestraron a Manolo Rojas del PSOE, pero enfrentamientos al fin y a la postre que flaco favor hacen a la memoria que reclamas.

Es que he vuelto por allí hace poco, después de veinte años, y tuve tiempo de pasearlo y recordarlo y, de verdad, esperaba una plaquita o algo, pero nada.

Gracias por el enlace. Hago lo propio en mi bitácora.

Se te abraza virtualmente.

alelo dijo...

Joder sorrou, que Badajó ya tiene una plaza de toros nueva. Y un Palacio de exposiciones y todo.

Bienvenido a la bobosfera.


Fdo: J.R.

alelo dijo...

Y ¿por qué tienes que aprobar los comentarios? Acéptalos como vengan. Así es la vida.