14 marzo 2010

LOS SAN PANCRACIOS

A Fernando Turégano, por la tierna memoria histórica cinematográfica

Fue ayer, pero en mi memoria fueron muchas sumas de ayeres.
Eran los tiempos de la tertulia de cine de Onda Cero, cuando Carlos Ortiz redactaba cacereñismos sobre la FM. Era una pecera pequeña, pre-prohibición de tabaco, en aquel tiempo en que todos fumábamos (por activa o por pasiva) sin que fuera tan nocivo, cuando las palabras salían de la emisora en mágicas alfombras de humo de dunhill.

Las primera veces que lo hicieron fue en La Machacona, un garito que como otros no aguantó las reconversiones de horario de cierres. Por aquel entonces, seguro que los Rebros y Remedios (Javier) y la propia V.O., intuían lo del Gran Teatro con presentación de la Sardá.


Era aquella época, cuando acababan de extinguirse los dinosaurios de las salas de sesiones doble de toda la vida (Astoria, Capitol, Coliseum, Gran Teatro) y los acomodadores de uniforme y botones de latón eran tan sólo prueba de Carbono14 en los oficios que la modernidad no dejaría evolucionar.


El Emule era más ciencia ficción que avatar, entonces los primeros San Pancracios se festejaban en intimidad condicionada por las dimensiones de La Machacona, cuando Almodóvar y Josele Román fueron premiados la misma noche que aquella tertulia de cine.


La verdad es que el cine era una excusa, saludable excusa eso sí, para vernos sin micrófonos ni auriculares, un jueves al mes en el comedor del Ultimo Café, entre almejas a la marinera, jamón pata negra y escocés, todo ello regado con la inolvidable sabiduría de Fernando.

Han ido pasando los años y las ediciones de San Pancracios ya son algo más que el simple anuncio de la primavera cultural de Cáceres, han cambiado los escenarios y los premiados, las críticas al certamen son cada vez más huecas , cada año más demagogas, más vacías, anclas de una ciudad que navega hacia el 2016.


Para mi ya es retrospectiva de un tiempo vivido en un Cáceres que avanza. Pero hay algo que no cambia, como en las buenas películas, la fortuna, en un momento de mi vida, de compartir butaca y metrajes de vivencias con Fernando, Javier y Carlos. Sin fundidos en negro.

1 comentario:

alelo dijo...

Si uno vuelve a la vida, cuando menos debía avisar a los que leen su obra. Digo yo.

Un abrazo chavá.