El precio justo

Parece, como si el otro día el presidente Zapatero en lugar de haber acudido a un encuentro con cien ciudadanos, hubiese acudido al Precio Justo, pero al bueno, al de Joaquín Prats, con el "¡A jugar!" de soniquete.

0,80 el café oohhh, no se clasifica. El señor Rodríguez Zapatero natural de León y residente en La Moncloa en Madrid, no se lleva el escaparate, no ha sido el que más se aproxima al precio justo, le faltó decir al la voz en off de Primitivo Rojas (extremeño de nacimiento, por cierto).


Lo de quedarse en el detalle, recrearse en la anécdota forma parte de esa manera de ser tan Íbera. Ver como se tropieza alguien por la calle y que todo el mundo se parta el pecho es un automatismo ancestral, sin ánimo de enmienda ni ganas de tenerla. Que al día siguiente en algún Bar pusiera los cafelitos al precio del presidente me parece guasa sana, pura catarsis terapeútica.

Lo malo es cuando la anécdota se vuelve anatema, medidor de realidades, cotidiana clarividencia de un país, arma arrojadiza de un partido de oposición, que precisamente tiene el hábito de hacer oposición desde las cimas de lo ridículo, minimizando la generalización de los últimos tres años de gobierno en España.

Hoy, me hace gracia que Zaplana, precisamente él, sea el que acentúa la anécdota, dándole dimensiones de problema de estado.

Pues que juege Zaplana, que le pregunten el precio de la edición de hoy del País (se empieza por boicotear medios de comunicación y se termina por secuestrar ediciones), o las cuentas correctas del Grupo Prisa. Que acierte, sin pasarse, el precio del turrón de Jijona, o las tarifas de los vuelos privados.

Me pregunto, cuál será el precio del escaparate final, viendo en el escaparate a la ciudad de Cáceres. ¿Cuál es el precio real del Plan Urban Calerizo en estos últimos años?

Que respondan sus gestores, pero recuerden sin pasarse, por que como no acierten con el escaparte se vuelven a casa sólo con la cafetera.