03 junio 2011

El Final de la Escapada

A  todos los que me visitaron, especialmente al dueño del Jardín de los Alelos, el guardián de la Torre de Bujaco, la amanuense de Pandora, el escultor de la Columna Toscana, las imágenes de Debirlí, a Willy...  que siempre fueron fieles y aguantaron el temporal de mis chapas.


Hasta aquí llegó, un Extremeño en Madrid ha vuelto a casa y hoy se funde en negro con un FIN (THE END) iniciando títulos de crédito.

Tal vez este no sea el mejor final, a mi tampoco me gustó que Bogart no subiera al avión de Lisboa, ni el sufrimiento de Emily Watson mientras rompían las olas.

Los “malos” finales se olvidan, las buenas historias jamás.

No es presunción, no son historias buenas, este blog ha existido por que tenía que devolverles a los que amé, a los que amo (a los que siempre estuvieron, a los que partieron y a los que se han ido sumando) los minutos, el aire, la sonrisa, la pasión, los besos, el borrar la insistencia del adiós y la media verónica que nunca me atreví a brindarles en el ruedo.

Acercarme a pesar de la distancia geográfica, hurgar en los rincones del recuerdo, soñar las sombras de encina, guiarme en la Gran Vía, apagar la sed de náufrago.

Los escritos fueron como persianas que cerraban bares, como esos lugares secretos, ínsulas de lo nada prohibido, como garitos donde hasta el tabaco se permite una vez dado el toque de queda. Regiones que existen más allá del puro deseo.

El territorio donde uno despierta la pose de “malote”, donde el cinismo se conjuga con la verdad.

El lugar donde las certezas se alían con la duda, donde un pestañeo hace abordar labios y conquistar besos, el espacio finito que frecuenta la palabra desnuda de mentiras y reviste a la verdad en una peligrosa vulnerabilidad.

La palabra fácil, el humo de pitillo hecho verbo, la sinceridad retoñada, la acidez enunciando texto. Hacer presente las noches de verano, las risas de mis hermanos, las tardes de café en La Torre de Babel, Madrid anhelando Cáceres.

Nunca hubo tanta verdad en tan breve espacio, ni tanto miedo en los silencios prolongados.

Retomaré palabras en otro blog (primero tengo que aprender a enlazar), pero esta noche añado banda sonora, no hay fin sin luz ni música.

La vida tierna como un bolero, apresurada como un tango.

Noche. Interior. Cinismo, sombrero, cigarrillo y cosas que decir antes de morir.

 
 

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